El otro día
iba caminando por la calle y pasé por al lado de un hombre que llevaba una
mochililla. El hombre iba caminando delante de mí, y cuando me vio, se paró y
agarro fuerte la mochila. Al ver que yo pasaba de largo, siguió andando, pero a
mí me dio para pensar, pensar y escribir esta nueva entrada.
Desde que me
metí en el mundo del punk, el rock, y todo lo que les rodea, he visto como
ciertas personas (que no son pocas) me miran como si fuera un delincuente, solo
por mis pintas, la música que escucho o mi forma de ser y actuar (aunque estos
últimos solo son visibles en manifestaciones o movimientos ecologistas). Cuando
me ocurrió ese, llamémoslo, percance, mi exterior era un gorro del grupo
Slipknot, una chaqueta vaquera con chapas de grupos e ideológicas, un pantalón
vaquero del que colgaban las cadenas de mi cartera y las deportivas que suelo
llevar siempre, ¿qué peligro hay en todo eso?
Las personas
siempre han tenido miedo de lo extraño, de lo que no conocen, pero hay algunas
que han superado ese miedo y han apartado de su camino los prejuicios que
genera el aspecto de las personas. Los principales problemas de la sociedad
vienen por ese miedo. Os pongo un ejemplo que muchos conoceréis: si habéis
visto X-men, tanto películas como series o cómics, habréis visto que siempre
hay un temor por las personas hacia los mutantes, y los X-men intentan por
todos los medios demostrar que los mutantes son como las personas, hay buenos y
malos, y que no hay tanto motivo para temerlos. Este ejemplo no es igual que lo
que me pasó el otro día, pero ambos salen de la mentalidad cerrada de ciertas
personas.
¿Qué quiero
decir con toda esta parrafada? La solución a todos los problemas viene con la
eliminación de los prejuicios, no podemos juzgar a las personas por sus pintas
o por lo que son, sino que hay que juzgarlas tras conocerlas.
Esto me
recuerda a la primera persona que se consideraba nazi que conocí. Estaba en la
clase de unos amigos, y cuando me lo contaron, lo primero que solté fue que
quería conocerlo, y no me arrepiento de ello, resultó ser un tío agradable,
aunque después se dio cuenta de que ser nazi no era lo que quería. A mí no me
importó conocer a alguien cuya ideología era totalmente opuesta a la mía y mi
vida no ha empeorado por conocerle, esa debería ser la mentalidad de las
personas, una mentalidad que podría llegar a enriquecer cultural y socialmente
a las personas.